incendios de sexta generación

Incendios de sexta generación, los nuevos monstruos de la naturaleza

incendios de sexta generación

Las llamas que arrasaron recientemente Sierra Bermeja en Málaga, han mostrado la dureza de este nuevo tipo de incendios. Los incendios de sexta generación son el resultado de una serie histórica de condicionantes humanos. La capacidad que tienen para modificar las peculiaridades atmosféricas, los hacen altamente virulentos.

Los incendios de sexta generación en España

Según los expertos, el incendio forestal de sexta generación de Sierra Bermeja en Málaga, podría no ser el primero que se da en nuestro país. Hace 25 años en Cataluña, en la comarca del Solsonès y parte del Bages y la Segarra, se produjo un incendio de estas caracterísicas. Marc Castellnou, cap dels GRAF dels Bombers, advierte que estos incendios fueron como «una ventana al futuro de cómo iban a ser los incendios 25 años más tarde».

Cristina Montiel, de la Universidad Complutense de Madrid, denomina a estos incendios como «monstruos con alma y vida propia«. Como elemento común tienen la mayor presencia de edificaciones en zonas de bosque. A esto se le añade la subida de las temperaturas y el abandono en la gestión forestal. Una deficiente prevención de incendios acumulada durante décadas, ha favorecido la voracidad de estos incendios.

De esta manera, se puede concluir, que en España los incendios de sexta generación podrían ir a más. Sierra Bermeja ha sido el primer lugar en este siglo que sufre las consecuencias. En el futuro, todos los condicionantes que los provocan tendrán en nuestros montes un caldo de cultivo perfecto.

Capaces de crear condiciones atmosféricas propias

Los incendios de sexta generación provocan que las labores de extinción sean prácticamente inútiles. La cantidad de operarios, bomberos o aviones no importa. El contexto generado por este tipo de llamas sólo se puede intentar controlar mediante cortafuegos. Según Montiel: «Es como la guerra. Cuando en una zona se llega a un incendio de sexta generación, estás perdido, porque el fuego acaba de convertirse en un ente con alma. Se ha convertido en una cosa, un monstruo que va por libre y el incendio va a desarrollar su propia atmósfera», señala. «El fuego va a generar lo que llamamos procesos convectivos, donde nos olvidamos ya del viento, del relieve, de la vegetación. Es un torbellino que va a desarrollar un proceso de convección que va a dar lugar a lo que llamamos pirocúmulo»

Estos pirocúmulos se forma gracias a una masa de aire caliente compuesta de vapor de agua y cenizas generada por el incendio. Al ascender de forma rápida, se condensa al encontrarse con un entorno más frío. Esta situación provoca una gran nube de humo que puede contener carga eléctrica así como elementos incandescentes del propio incendio.

Esta gran nube, es el elemento más temido por los equipos de emergencia que luchan contra el fuego. Si este pirocúmulo se desploma, estaremos ante un incendio explosivo. Llegados a este punto «el incendio no lo vas a poder contener. Lo único que puedes hacer es tratar de dirigirlo hacia donde menos daño pueda hacer, y que cambien las condiciones meteorológicas, porque el incendio solamente se consigue apagar así. La sexta generación tiene que ver con el abandono de la gestión y con el cambio climático», apunta Montiel.

¿Cómo podemos prevenirlos?

Cada una de las generaciones en cuanto a los tipos de incendios, vienen precedidas por hechos concretos. Primero fue el éxodo rural y el abandono de los usos agrícolas del terreno. El abandono de esta masa forestal generó más combustible a lo que hay que añadir la concentración de la población en zonas metropolitanas. La cuarta generación de incendios se produce cuando se empiezan a ocupar los bosques con edificaciones y urbanizaciones. Por último, la quinta, se genera cuando ya no se diferencia el bosque de la zona metropolitana como tal debido a las construcciones.

La mejor forma de prevenirlos será mediante una adecuada gestión forestal de nuestros montes y bosques. La protección contra incendios y la prevención en el ámbito forestal, serán imprescindibles para evitar que desastres como el de Sierra Bermeja nos azoten cada vez con más frecuencia. La conservación y limpieza de nuestros montes, es la asignatura pendiente ante unos desastres naturales que cada vez, se darán con mayor virulencia. Tratar de controlarlos pasará por nuestras manos.



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